Impacto del Covid-19 en la salud mental
Cláudia Mara de Melo Tavares
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Fluminense Federal University
Cuando menos lo esperábamos, el miedo a la muerte resurgió con toda su antigua
fuerza. Hasta entonces, la mayor parte de la población mundial vivía una especie de
sedación de los sentidos sobre los impactos de la miseria que provocó la economía global
en la salud mental de las personas. Y en la era extrema de la globalización, cuando ya
nos habíamos acostumbrado al consuelo ilusorio fomentado por la sociedad de consumo,
surge un virus que nos despierta del dulce y cálido sueño capitalista.
La vulnerabilidad psíquica en la que vivimos en esta aldea global era, hasta entonces,
negada y estigmatizada, aunque los indicadores de salud mental a nivel mundial, incluso
antes de la pandemia, ya mostraban el abismo al que nos arrojamos como humanidad
ante el desatino del modelo de sociedad patriarcal, productivista y capitalista. ¿Cómo
mantenerse mentalmente sano ante el productivismo, el consumismo desenfrenado, la
degradación ambiental y la pobreza extrema?
Los determinantes de la salud mental y los trastornos mentales incluyen no solo
características individuales, sino también factores sociales, culturales, económicos,
políticos y ambientales. Y, por supuesto, la enfermedad no afecta a todas las personas de
la misma forma y con la misma intensidad.
El impacto del nuevo coronavirus afectó el bienestar mental de todos, agravando los
efectos de otra pandemia que la sociedad venía enfrentando durante os, pero que
había sido silenciada por el estigma: la enfermedad mental. La carga de los trastornos
mentales sigue aumentando en todo el mundo, con impactos significativos sobre la salud,
los derechos humanos y la economía en todos los países
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.
La pandemia de COVID-19 agravó los efectos de la enfermedad y los trastornos mentales
como depresión, estrés, ansiedad y abuso de drogas. En Brasil, como en otros países, las
poblaciones más vulnerables se han visto muy perjudicadas por los efectos destructivos
de la pandemia, que, a su vez, aumentan las desigualdades, exclusiones e inequidades
sociales. Sin embargo, en Brasil la crisis se agrava aún más debido a la forma
disfuncional en la que el gobierno actual le hace frente: negación, reducción de fondos
para investigación científica y servicio público, ataque sistemático al Sistema Único de
Salud (SUS) y deconstrucción de políticas públicas de apoyo a las poblaciones más
pobres.
El aumento de síntomas psíquicos y trastornos mentales durante la pandemia ha sido
muy significativo. Entre las posibles causas de este aumento se destacan: la acción
directa del virus sobre el sistema nervioso central; experiencias traumáticas asociadas
con la enfermedad o la muerte de personas cercanas; el estrés inducido por el cambio en
la rutina debido a las medidas de distanciamiento social; cambios en las rutinas laborales
o en las relaciones afectivas; la interrupción del tratamiento por dificultades de acceso al
servicio, entre otros factores.
Además, la convivencia prolongada dentro del hogar aumentó el riesgo de desajustes en
la dinámica familiar. A esto se suma la reducción de los ingresos y el desempleo, que
agravan aún más la tensión entre los miembros de la familia. Y, también, la muerte de
seres queridos en un corto período de tiempo, junto con la dificultad para realizar los
rituales de despedida, dificultan la experiencia del duelo y evitan una adecuada
resignificación de las pérdidas, aumentando el estrés
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.
Los escenarios no son independientes. Es decir, una persona puede haber estado
expuesta a varias de estas situaciones al mismo tiempo, lo que aumenta el riesgo de
desarrollar o agravar los trastornos mentales existentes. Además, vivimos un momento
de incertidumbre sobre el futuro, ya que no estamos exentos de enfrentar nuevas
variantes o pandemias provocadas por otro tipo de virus. Y, al parecer, la desigualdad
aumentará y los efectos nocivos de la globalización persistirán.
Las personas con trastornos mentales necesitan el apoyo de los servicios de salud y de
asistencia social, y dicha atención aún no está garantizada para todos los que la
necesitan, sin mencionar la mala calidad de la atención brindada. Según la Organización
Mundial de la Salud (OMS), la pandemia de COVID-19 ha interrumpido los servicios
esenciales de salud mental en casi todos los países, mientras que la demanda de salud
mental está aumentando.
La pandemia que afectó a toda la humanidad tuvo un fuerte impacto negativo en la salud
mental de los profesionales de enfermería. Además de los graves efectos del COVID-19,
estos profesionales han experimentado, desde que empezó la pandemia, carga de
trabajo excesiva, riesgo de contagio, falta de Equipamiento de protección individual
(EPI), presión de las organizaciones y la sociedad, aislamiento, discriminación/estigma,
dilemas éticos en la realización de nuestros procedimientos, entre otras cosas. Dichas
circunstancias desencadenaron: síndrome de Burnout, irritabilidad, estrés, trastornos de
ansiedad, trastornos depresivos, automedicación, trastornos emocionales, impotencia,
trastorno mental grave, trastornos del sueño, trastornos alimentarios, inseguridad y
miedo de contagiar a los familiares; uso de drogas/medicamentos y muertes
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.
Cabe destacar que, incluso antes de la pandemia, los profesionales de enfermería ya
estaban experimentando muchos de estos problemas. Y, como, en este caso, la mayoría
de los profesionales son mujeres negras, se suman otros factores. Las mujeres asumen
la responsabilidad y la mayor parte de las tareas domésticas y de cuidado. Además, en
Brasil, las diferentes formas de violencia contra la mujer persisten y han aumentado, y
las mujeres negras son las más afectadas por la violencia doméstica
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.
Otro contexto relevante que nos afecta como educadores es la salud mental en el
contexto universitario. ¿Cómo es la salud mental en nuestro entorno académico? ¿Cuál
es el papel de la universidad y de cada uno de nosotros en la promoción de la salud
mental de los estudiantes, los profesores, los empleados y la sociedad?
Vivimos, en el ámbito académico, un momento de productividad tóxica, sin espacio para
la creación fuera de los modelos internacionales de producción de conocimiento. Nos
hemos estado enfermando como practicantes del modelo cognitivo autolimitante de la
comunidad científica, esto hace que la comunidad no se dé cuenta de que su capacidad
para actuar sobre la realidad es mucho mayor de lo que dicho modelo presupone. La
tecnociencia capitalista, enfocada en satisfacer los intereses de la economía global, muy
bien diseñada y arraigada principalmente en los estudios de posgrado, compite con la
experiencia tímida y aún embrionaria de la ciencia solidaria, basada en la perspectiva
crítica de la educación y enfocada en satisfacer las necesidades colectivas. En nuestras
aulas, vemos estudiantes de grado y posgrado con síntomas de ansiedad, angustia,
depresión, desesperanza e ideación suicida, mientras que entre los profesores
observamos depresión, irritabilidad, trastornos del sueño, agotamiento, ira, uso de
tranquilizantes y otros síntomas.
La construcción de escenarios alternativos es fundamental para que podamos superar la
crisis de capital manifestada por la pandemia. Nuestra vida interior pasa por la búsqueda
de conocimiento/mercancía, nos deshumanizamos, nos sacrificamos y nos volvemos
adictos al trabajo con orgullo; compulsivos, ansiosos y agitados con vanidad. Tampoco
nos ubicamos en el espacio-tiempo y alienadamente soñamos con una existencia infinita.
¿Éramos saludables antes de la pandemia? ¿El mundo se está volviendo anormal?
Eternamente excluidos unos de otros, sin tiempo para cielos estrellados ni para pisar la
tierra mojada. ¿Es posible experimentar la sensación de integración lejos de la
naturaleza? Sin esa conexión con la Tierra, ¿es posible obtener la energía necesaria para
desarrollar nuestros dones, habilidades y talentos naturales? ¡No es necesario!
Disponemos de modelos, procesos, rutinas y protocolos que nos permiten producir un
poco más, o mucho más, de lo mismo. Sin esa conexión con la Tierra, con las personas y
con sus maravillosas diferencias, muchos planes y sueños desaparecerán porque no
encontrarán la forma de manifestarse. Solo a través de la conexión con el otro y con la
Tierra podemos mantener activa la capacidad de crear infinitamente.
¡Más que nunca, necesitamos humanizarnos! ¡Necesitamos saber cuidar! Cuidar el
planeta, al otro, saber cuidarnos a nosotros mismos, nuestras emociones y nuestros
afectos. Compartir sueños, imaginar el mañana, el devenir colectivo, sobrevivir ...
¿Estamos ante una nueva era? Probablemente sí.
Nos fuimos a dormir en un mundo, nos despertamos en otro. Es difícil explicar el
sentimiento de extrañeza que estamos viviendo. El arte anticipa todo, pero no nos damos
cuenta. En La metamorfosis
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, Franz Kafka ya lo presentía. Una mañana, al despertar de
sueños perturbadores, Gregory Samsa se encontró en la cama transformado en un
insecto monstruoso. Al igual que el personaje, ante esta terrible Pandemia, el aislamiento
social que impone y la lupa que pone sobre las desigualdades y sus efectos en la
humanidad, aunque estemos muy contrariados, ¡nos vemos obligados a enfrentar la
realidad! ¿Cómo nos las vamos a arreglar? ¿Cómo podemos esperar una cura para lo que
es esencialmente el resultado de lo que queremos en el mundo contemporáneo:
consumir? ¿Qué salud mental se puede construir frente a la Pandemia, sus daños y
predeterminaciones?
La empatía se convirtió en la palabra clave. Los tiempos de crisis también son tiempos de
transformación. La pesadilla que vivimos colectivamente nos invita a adoptar otra forma
de estar en el mundo, más empática. Necesitamos reconocer y aprender a aceptar que el
otro existe y desea como nosotros, que tiene hambre y necesidades.
Vivimos al compás de la espera y la angustia. ¿Cómo será la humanidad después de
pasar por esta experiencia de la pandemia? Este tiempo de extrañeza y asombro, nos
lleva a pensar en nuestra fragilidad, a pensar en nuestra insuficiencia, interdependencia
y en la muerte misma. Es una oportunidad para profundizar en la experiencia del
autoconocimiento.
Y mientras esperamos y enfrentamos este enorme desafío existencial colectivo, debemos
tener esperanza. Nuestra capacidad para enfrentarlo está relacionada con las limitaciones
de los escenarios de vida, las experiencias laborales, el acceso a la atención y a la
asistencia sanitaria, y las dificultades que impone la superposición de inequidades. Pero,
más allá de eso, esta capacidad también está relacionada con los afectos, la creatividad
humana y nuestra capacidad de decir a la vida, aun con sus problemas más duros e
inusuales. A pesar de todo, es necesario mantener la esperanza y activarla a través de
nuestra imaginación creativa.
En la Teoría de la Autopoiesis, Maturana y Varela
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describen que la humanidad tiene la
capacidad de reconstruir el mundo y producirse continuamente a misma, pero la
evolución solo proviene del cuidado. Sin amor y sin aceptar al otro con nosotros, no hay
socialización, y sin ella, no hay humanidad. Cada individuo vivo es lo que él construye
desde su percepción, es decir, desde su visión del mundo, al mismo tiempo que esa
misma realidad también se retrotrae sobre el individuo, construyéndolo.
Más que nunca, necesitamos humanizarnos. Necesitamos saber cuidar y, sobre todo,
saber cuidarnos a nosotros mismos, nuestras emociones y nuestros afectos. Las
emociones vividas durante esta Pandemia pueden llevarnos a utilizar nuestro propio
poder a favor de la vida a través de una "esperanza colectiva".
Compartir sueños, imaginar el mañana, el devenir colectivo, sobrevivir ... ¿Estamos ante
una nueva era? Probablemente sí.
REFERENCIAS
1. World Health Organization (WHO). Mental Health and Psychosocial Considerations
During COVID19 Outbreak [Internet]. [place unknown]: WHO; 2020 [Cited 2021 May
15]. Available from:
https://www.who.int/docs/default-source/coronaviruse/mental-health-considerations.pdf
2. Organização Pan-Americana de Saúde (OPAS). Pandemia de COVID-19 aumenta risco
de suicídio [Internet]. Brasília (DF): OPAS; 2020 Set 10 [Cited 2021 May 15]. Available
from: https://www.paho.org/pt/noticias/10-9-2020-pandemia-covid-19-aumenta-
fatores-risco-para-suicidio
3. Ramos-Toescher AM, Tomaschewisk-Barlem JG, Barlem ELD, Castanheira JS, Toescher
RL. Saúde mental de profissionais de enfermagem durante a pandemia de COVID-19:
recursos de apoio. Esc Anna Nery [Internet]. 2020 [cited 2021 May 10];
24(spe):e20200276. Available from:
http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1414-
81452020000500503&lng=en
4. Wolff CS, Minella, LS, Lago MCS, Ramos, TRO. Pandemia na necroeconomia
neoliberal. Rev Estud Fem [Internet]. 2020 [Cited 2021 May 10];28(2):e74311. Available
from: https://doi.org/10.1590/1806-9584-2020v28n274311
5. Kafka F. Metamorfose. o Paulo (SP): Coleção L & PM Pocket; 2001.
6. Maturana HR, Varela FJ. A árvore do conhecimento: as bases biológicas da
compreensão humana. São Paulo (SP): Palas Athena; 2010.